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CON EL CORAZON ROTO

 
 
CON EL CORAZON ROTO   (2)
 
 
 
 
 
Fíjense que lo estoy diciendo en singular. La gente cree que los pecados son plural, muchos pecados.
Normalmente los seres humanos no tenemos muchos, tenemos uno y de ese uno se deriva un montón de cosas y ese uno es una realidad fuente de todo un montón de situaciones por las cuales uno progresivamente enruta mal la vida y la gran tragedia del ser humano en este aspecto de la vida es no darse cuenta de su pecado porque el que no se da cuenta de su pecado sigue pecando.
 
 Por ejemplo ¿cuál es el drama de un hombre malvado? que todo el mundo se da cuenta que es malvado menos él. Ese es el drama de un hombre malvado. ¿Ustedes creen que el terrorista se da cuenta de que es terrorista? No, el terrorista no sabe que es terrorista. El terrorista cree que el es un luchador con un ideal y cree que lo que está haciendo lo hace bien. Cree que lo que está haciendo es justo. Si yo me diera cuenta por un instante que lo que estoy haciendo está mal hecho no lo haría.
 
 Por eso le vamos a pedir al Señor un favor: Señor dame el favor de darme cuenta de mi pecado y de mirarlo a la cara y sin disculpa, sin excusas, sin suavizar las cosas, sin las explicaciones que siempre sacamos para suavizar la realidad y que la realidad no sea tan fuerte como es. Me voy a mirar a la cara para decirme la verdad y unido a eso le vamos a pedir al Señor el segundo favor. Señor, dame arrepentimiento.
 
Uno sí necesita arrepentirse y uno si necesita reconocer que hay palabras que hubiera sido mejor no decir y que hay actitudes que hubiera sido mejor no tomar y que hay actos que hubiera sido mejor no hacer. Arrepentirse es uno de los actos más importantes que puede hacer un ser humano, es de los actos grandes de un ser humano.
 
Uno cree que la cosa grande de un ser humano es no tener nunca que reconocer un error. Todo lo contrario. Los hombres más grandes y las mujeres más grandes son los que han aprendido de sus errores y reconocen sus errores. Vos sois de confianza si reconoces tus errores.
 
Le vamos a pedir al Señor esas dos cosas. Señor danos el favor de ver a la cara nuestro pecado y viendo a la cara nuestro pecado danos un profundo arrepentimiento de nuestro pecado para pasar a vivir una vida bienaventurada contigo.
 
Tenemos ansias de cambiar, ansias de convertirnos, ansias de regresar y para poder regresar a tus dulces brazos déjame ver mi pecado, déjame sentir arrepentimiento de mis pecados. Hoy vamos a hacer un viaje hacia el descubrimiento de todas nuestras realidades.
 
Juan Jaime Escobar
 
 
 
 
 
 
 
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Con el corazón roto

 
Con el corazón roto

 

Del evangelio de Juan. Sabiendo Jesús que todo estaba terminado y para que se acabara de cumplir la Escritura, dijo: Tengo sed. Había allí un jarro con vinagre, sujetando a una caña de hisopo una esponja empapada en vinagre se la acercaron a la boca. Cuando Jesús tomó el vinagre dijo: Todo está cumplido y reclinando la cabeza entregó el espíritu. Siendo día de preparativos, los judíos para evitar que el sábado se quedaran los cuerpos en la cruz porque aquel sábado era un día muy solemne le pidieron a Pilatos que les quebraran las piernas y los quitaran. Fueron los soldados y quebraron las piernas primero a un crucificado y luego al otro pero al llegar a Jesús viendo que ya estaba muerto no le quebraron las piernas, en cambio un soldado le traspasó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. Lo dice un testigo presencial y su testimonio es válido y él sabe que dice la verdad para que también ustedes crean porque todo esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: No le quebrarán ni un solo hueso y en otro lugar dice: Miraran al que traspasaron.
Siempre que yo coloco el titulo de Con el corazón roto suelo hacer esta pregunta: ¿quién tiene el corazón roto? Y la mayoría de las personas respondemos, yo tengo el corazón roto. La mayoría de los seres humanos sentimos que nosotros tenemos un corazón roto y es verdad. Tenemos el corazón roto, unos por las tristezas, otros por las amarguras, otros por los problemas, otros por las dificultades, otros por realidades que nos superan, que escapan a nuestras fuerzas. Otros tenemos el corazón roto por el daño que nos han hecho los demás, por recuerdos que nos atenazan el alma, otros tenemos el corazón roto por nuestros errores.
Pero en verdad cuando uno lee el evangelio, cuando uno contempla a Jesús, el que realmente tiene el corazón roto es Dios. Dios es el Dios del corazón roto. De hecho cuando nuestra fe nos pide contemplar al crucificado, nos pide contemplar a aquel que tiene roto el corazón
¿Qué le rompe a Dios el corazón? El pecado. El pecado es lo que destruye a Dios. El pecado no es suavecito, el pecado no es un paseo, no es una bobada, el pecado es un acto agresivo, inmensamente agresivo y ese acto agresivo, esa realidad agresiva se dispara contra el inocente y el inocente por antonomasia, el inocente por definición es Dios. Uno cree que el pecado no tiene consecuencias, pero el pecado siempre tiene consecuencias y la víctima privilegiada del pecado es Dios, y a partir de Dios todo lo que tiene sabor de Dios, todo lo inocente, todo lo limpio, todo lo bueno, todo lo puro, todo lo dulce, todo lo valioso. Por eso si ustedes se fijan el pecado va destruyendo progresivamente todo lo inocente, todo lo limpio, lo puro, lo valioso, lo dulce, lo amoroso. En particular los niños, los jóvenes, la naturaleza ¿se han dado cuenta que todo lo estamos dañando? El pecado es un acto agresivo hacia Dios y hacia rodo lo que tiene rostro de Dios, sabor de Dios. Es más, es un acto agresivo contra el niño que habita en ti, la bondad que habita en ti, la inocencia que vive en ti.
Vamos a pedirle al Señor que nos dé la capacidad de profundizar sobre la realidad de nuestro pecado. Vamos a pedir dos dones al Señor. El primer don que vamos a pedir al Señor es el valor de mirar a la cara nuestro gran problema, de mirar a la cara nuestro pecado.
 
P. Juan Jaime Escobar
 
 
 
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El Perdón (II)

 

El Perdón (II)

 

Tercero. El perdón supera la justicia. Esto les va a molestar, qué pena, porque a los seres humanos nos fascina la justicia, a los seres humanos no nos gusta otra cosa que la justicia, lo que más solemos decir los seres humanos es que pague por lo que hizo, que se pudra en la cárcel, tal vez va a escapar del juicio humano pero no va a escapar del juicio divino. Ahí estamos, uhhhhh, se nota que no leímos el evangelio entero, un evangelio que habla de misericordia todo el rato y nosotros hablando de justicia, justicia ¿saben que es la justicia? La justicia es el nombre elegante de la venganza. Los seres humanos en verdad no buscamos justicia, los seres humanos queremos venganza, lo que pasa es que como la palabra venganza suena tan feo la traducimos por justicia. El código humano más antiguo de justicia dice lo siguiente, ojo por ojo y diente por diente, tú me sacas mi ojo, yo te saco el tuyo, tú me quitas un diente, yo te quito un diente, tú me matas mi hermano, yo te mato tu hermano, así de simple. ¿Saben por qué? porque el esquema de justicia está basado en un esquema de balanza, las relaciones entre personas están en una situación de equilibrio, cuando tú le haces un mal a una persona generas un desequilibrio, por lo tanto para recuperar el equilibrio tú tienes que sufrir algo coherente, algo proporcional a lo que sufrió la otra persona para que se recupere el equilibrio, yo maté a tu hermano, tú me metes treinta años a la cárcel, se recuperó el equilibrio. A los seres humanos nos fascina la justicia. Uno quiere que todo el mundo pague por lo que hizo, como uno quiere que todo el mundo pague por lo que hizo uno se juzga a sí mismo de la misma manera, como yo no soy santo y he hecho mis cosas estoy esperando también pagar por lo que hice, por eso nos duele una muela y decimos ¿será que hice algo malo? Porque tenemos la idea de la justicia nos parece que si estamos sufriendo es porque algo hicimos, ah, qué poquito conocemos a Dios. No, no es eso, el mundo no funciona de esa manera, entonces uno siempre pensando en esos términos de justicia.

Las bienaventuranzas dicen hambre y sed de justicia, de la verdadera justicia de Dios, ya vamos a ver cuál es la justicia de Dios porque incluso seguid leyendo, hay que leerse la biblia completa, la gente lee pedazos y si la seguís leyendo, en el mismo sermón de las bienaventuranzas te va a decir cómo hay que proceder. Les enseñaron ojo por ojo y diente por diente, yo en cambio les digo, ama a tu enemigo, decidme ¿eso es justicia? ¿Eso es justicia humana? Ama a tu enemigo, al que te pida prestada la capa entrégale también la túnica, al que te abofetee la mejilla derecha muéstrale también la izquierda, esa es la justicia divina ¿la ven? ¿Ven que es distinta? No es la justicia humana, la justicia humana es, al que me pega yo le pego, al que me quita yo le quito, al que me odia yo lo odio, ustedes en cambio sean perfectos como su Padre del cielo es perfecto. Y el Padre del cielo tiene otra justicia que es distinta, es la de El, ya la vamos a ver, la justicia del Padre es otra justicia.

Ah que bonito -dice ella- si quieres ser feliz por un instante véngate, si quieres ser feliz de por vida perdona. Yo puedo ser malo, malo, malo -dice ella- y en el último momento de la vida Dios me perdona. Sí, en teoría sí. Único problema: En ese último momento de la vida ¿cómo hace usted para saber que es el último momento de su vida? Y ¿cómo garantizar que en el último momento de la vida el arrepentimiento es sincero? Porque Dios es bueno pero no bobo. Recuerden que para que el perdón pueda funcionar debe haber arrepentimiento sincero porque si no hay arrepentimiento sincero tenemos pecado contra el Espíritu Santo, es decir, no estamos dejando a Dios actuar, nos estamos burlando de Dios. El perdón supera la justicia. Les digo tres textos de la biblia muy interesantes. En el primero van a ver lo que entiende el Antiguo Testamento por justicia. El que la hace, la paga. Antiguo Testamento. El rey David le dice a Joab, anda a hacer un censo de población, el censo de población de la época es ver cuántos hombres para el servicio militar hay y cuando David manda hacer el censo cae en la cuenta de que ha cometido un gran pecado ¿por qué? porque David está creyendo que su poder le viene del número de soldados que tiene, cuando su poder le viene del amor de Dios. Ha desconfiado, recuerden que el pecado es desconfianza, ha desconfiado de Dios, entonces Dios le envía al profeta Agad y el profeta Agad le dice, escoge castigo. Como ha pecado, se quito el balance, tiene que sufrir un castigo para recuperar el balance. Escoge castigo, tres días de peste en tu territorio, tres meses perseguido por tu enemigo, tres años de hambre en tu país y el rey David dice, prefiero caer en las manos de Dios que es misericordioso, elijo tres días de peste y durante tres días empezó el ángel del Señor a matar gente. Ese es el Antiguo Testamento. El Dios del Antiguo Testamento es justo, es justo y el que la hace la paga. Muchísimos cristianos su Dios se quedó en el Antiguo Testamento y sin embargo les adelanto una cosa, hacia el final de ese texto hay una cosa, un dato muy interesante. David sube a la azotea del palacio y ve al ángel que va a meter la espada en Jerusalén y le dice, fui yo quien pequé, no estas ovejas y Dios le dice al ángel, detente, es decir, el castigo terminó como cinco horas antes de lo que debía haber terminado. Tenía que haber durado tres días enteros pero al final unas horitas que Dios dijo, detente. Hay un segundo texto más impresionante, Dios envía a un profeta mediocre llamado Jonás a que vaya a la ciudad de Nínive y anuncie que la va a destruir dentro de cuarenta días. Dentro de cuarenta días Nínive será destruida y entonces el rey se baja del trono, se sienta en el piso, se quita los trajes reales, se pone traje de humildad, se echa ceniza en la cabeza y proclama un ayuno para que todos incluidos los animales se arrepientan a ver si Dios se arrepiente del castigo. Y adivinen que hizo Dios, se arrepintió del castigo. Y ¿qué hizo Jonás? Se puso furioso ¿por qué? porque lo hizo quedar mal, ustedes imaginan yo el profeta anuncio que van a acabar la… y luego el otro no cumple. Y Jonás muerto de la ira se va para un montecito a esperar a ver cómo acababa la cosa y como está haciendo mucho sol, Dios le regala un arbolito y se lo pone al lado para que le cubra la cabeza y Jonás se pone feliz con el arbolito. Entonces Dios mandó un gusano para que coma el árbol, y apenas le empieza a dar el sol en la cabeza, Jonás le llena la rabia, incluso se desespera y se desea la muerte. Es preferible morir que vivir. Y Dios le dice ¿por qué estás tan molesto? ¿Por un arbolito que se secó y que tú no plantaste? ¿Y tú te puedes molestar por un árbol que tú no plantaste y a mí no me puede doler Nínive la gran ciudad llena de hombres y mujeres que no distinguen la derecha de la izquierda? El libro de Jonás es una maravilla, es una anticipación en el Antiguo Testamento de lo que va a venir en el Nuevo Testamento, que Dios no cumple el castigo.

En el Nuevo Testamento es peor todavía, Dios no solo no cumple el castigo, es que no castiga, peor, Dios se carga Él el castigo. Al que no tenía nada que ver con el pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros, capítulo 5º de la segunda carta a los Corintios. No te preguntas por todo lo que tú has vivido y lo que has hecho mal ¿dónde está el castigo? En esa Cruz y Él lo cargó para que tú no lo tuvieras que cargar porque apréndase esto, Dios no es justo, Dios es misericordioso y la misericordia excede por mucho a la justicia. Si Dios fuera justo no tendríamos esperanza. Pobre de nosotros si Dios fuera justo. Lo que convierte no es el miedo sino el amor. Esto lo vamos a ver esta tarde. Lo que conmueve no es el miedo. Durante años quisimos que la gente fuera recta anunciándoles las desgracias del purgatorio y del infierno y por miedo al infierno nadie deja de ser malo pero lo que sí cambia un corazón es ver la bondad y el amor de Dios, eso conmueve y puede llegar a conmover hasta las lágrimas. Ver a Dios tan humilde y tan amoroso. Nos ha faltado demasiado anunciar al Dios del amor. Hemos anunciado demasiado un Dios justo y un Dios que castiga y un Dios que condena y muy poco un Dios enamorado de nosotros que a punta de amor nos conmueve para que nosotros cambiemos de vida.

Y quinta. El perdón es el gran regalo. El perdón es el regalo invaluable. El regalo que no tiene precio. La gente hace grandes inversiones para dar grandes regalos. La gente regala un carro de no sé cuantos millones de pesos. La gente regala un apartamento de una friolera de millones. La gente regala una joya, una esmeralda, una perla. Y se supone que a la mujer que amo le llevo una joya valiosísima y esa joya valiosísima dice te quiero, pero hay un regalo más costoso y ese regalo más costoso es el perdón.

El único que nos da el regalo que no tiene precio es Dios que nos da el perdón. El pagó todo el precio y lo pagó con su sangre derramada en la cruz. Es el regalo invaluable, el regalo que no tiene precio. Lo que hace Dios. El perdón es el regalo que tú no te mereces. Porque si te lo merecieras ¡ah! Te lo mereces pero el perdón no te lo mereces. Tu niño se puede meter a la guerrilla toda la vida y en el último momento de su vida alomejor en ese último momento por un instante mira hacia atrás y ve que desperdició toda su existencia y sentirá un horror tan grande que cuando despierte al otro lado de Dios y le esté limpiando las lágrimas si pudiera volver a vivir no entraría jamás a la guerrilla ¿por qué? porque lo perdonaron. Pero destruí toda mi vida. Me han dado un regalo que no merezco. Por lo tanto lo único que hará tu niño es toda la vida es estar pegado de la patica de Dios diciéndole, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias.

¿Qué se necesita para vivir el perdón? Cuatro cosas que se necesitan para vivir el perdón. ¿Quieres vivir el perdón? El perdón no es automático, hay que colaborarle a Dios para el perdón. Para poder vivir el perdón.

Primero. Tienes que tomar conciencia de que eres pecador. Dios no te puede perdonar mientras tú no tomes conciencia de tu pecado, porque entonces sería muy fácil.

Segundo. Tomar conciencia del tamaño de mi pecado porque uno normalmente achiquita el pecado, lo pone en diminutivo.

Primero, reconocer el pecado y segundo, reconocer que ese pecado es grande, fuerte y poderoso, no lo minimices.  Pero es que fue solo un grito, pero un grito puede hacer mucho daño. No se pueden comparar los pecados. El pecado del asesino es asesinar y el pecado del que insulta es insultar y tan grave como es asesinar es insultar. Yo insulticos, no más. Insulticos. Es que es imposible vivir con vos porque insultas a uno desde la mañana hasta la tarde. Hasta cuando servís el plato de comida lo haces insultando. Tome que no se lo merece. Pero eso sí, después a rezar el trisagio, la novena, la coronilla. Menos santos y más santidad.

Tercero. Vivir un arrepentimiento confiado y tranquilo, no desesperado, el desespero no es cristiano. Reconozco mi pecado, reconozco el tamaño de mi pecado y me arrepiento confiado y tranquilo.

Y cuarto. Vivo todas las dimensiones del perdón. Primera dimensión del perdón: la reconciliación conmigo mismo. Me perdono. Segunda dimensión del perdón: la reconciliación con los demás. Les pido el perdón. Tercer nivel: la reconciliación con el mundo. Le pido perdón al mundo, a la naturaleza, por el daño que le he hecho y prometo relacionarme con el mundo de una manera diferente. Algún día le vamos a tener que pedir perdón a este hermoso planeta por el daño que le hemos hecho. Y cuarto: la reconciliación con Dios. Me acerco al Sacramento y le pido perdón a Dios. No a un Cristo de palo, al Sacramento. Razón: porque el Cristo de palo no te contesta. En cambio el Cristo de carne que te escucha en el Sacramento te puede abrazar, te puede bendecir y te puede decir las palabras más maravillosas que puede haber. Te puede decir, de parte de Dios, yo te perdono. ¿Ustedes no se quedan paralizados de una cosa? Yo sí. Y yo sí porque como soy sacerdote. Hay una serie de cosas en la vida de sacerdote en la que uno no dice el Señor dijo. Por ejemplo, cuando se celebra la Eucaristía uno no dice, Jesús dijo tomen y coman porque este es su cuerpo que será entregado por ustedes, sino que el sacerdote toma la hostia y por un instante no es Juan Jaime, por un instante es Cristo. Tomen y coman todos de él porque esto es MI cuerpo que será entregado por vosotros. Lo mismo sucede en la confesión. Dios Padre misericordioso que reconcilió consigo al mundo por la muerte… ahí estoy hablando de Dios. Y cuando termina esa parte primera de la fórmula de la absolución que es muy bonita, el sacerdote dice: Y Yo te absuelvo de todos tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. No digo, Dios te absuelve. Digo, Yo te absuelvo. Por eso vos de la confesión salís livianito porque es algo real que sucedió, acaba de suceder. Un ser humano que te escuchó, te dice, Yo te acepto, Yo te acojo, Yo te digo que te amo, en nombre de Dios. ¿Se acuerdan que decíamos que el fruto del pecado era sentirse perdido, todo eso que decíamos, a ver si se lo recuerdo. Decíamos el pecado lleva a un sentimiento de estar perdido, tristeza profunda, vergüenza, debilidad.

¿Y el perdón? El perdón da sentimiento de estar en camino. En cuanto a uno lo perdonan uno siente que volvió al camino, ya no estoy perdido. Segundo: Alegría profunda, pero alegría de adentro. Tercero: Humildad. Porque de ahora en adelante soy consciente de que mi alegría no procede de lo genial que soy yo sino de lo grande que es el perdón de Dios. Y quinta: Fortaleza. Después de meses o años de debilidad me siento ahora con fuerzas de vivir la vida.

Todo eso hace el perdón.

Cuentan que estando san Jerónimo en el desierto de Siria y hallándose en una gran depresión vio a Jesús crucificado. Jerónimo se arrodilló delante de Él y se golpeó el pecho. Jesús desde la cruz le sonrió amablemente y le dijo: Jerónimo ¿Qué tienes para darme? Jerónimo respondió enseguida: mi soledad en el desierto, la dureza de esta vida tan apartada, mi existencia llena de sacrificios. El Señor le agradeció con cariño y le preguntó otra vez ¿Qué más tienes para darme? Sin dudarlo Jerónimo hizo un recuento de todo lo que él hacía buscando ser recto y santo. Mi ayuno, mi hambre, mi sed, mis largas jornadas de oración, las noches en vela rezando, la falta de una mujer, la pobreza absoluta. Jesús volvió a agradecerle pero repitió la pregunta ¿Qué tienes para darme? Jerónimo continuó enumerando todo lo que él hacía por amor al Señor, mientras Jesús insistía en repetir una y otra vez la misma pregunta. Al final a Jerónimo se le acabaron los argumentos y dijo rendido: No, Señor, no tengo nada más para darte. Jesús lo miró colmado de amor y le dijo, has olvidado lo más importante Jerónimo. Regálame tus pecados para que yo te pueda perdonar.

P. Juan Jaime Escobar

 

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El Perdón

 

El Perdón

 

El perdón, es lo que opera esta transformación absoluta de la persona ¿qué es el perdón? Vamos a decir unas frasecitas sobre el perdón, cinco frasecitas sobre el perdón. El perdón es lo que hace esa transformación.

 Antes voy a hacer la aclaración inicial, la más importante. El perdón no es una palmadita en la espalda que dice tranquilo, borrón y cuenta nueva. Eso no es el perdón. Si eso fuera el perdón yo sería muy irresponsable ¿por qué? porque me perdonaría pero yo por dentro sigo igual. De hecho es la queja de muchos de nosotros, que me confieso y vuelvo a hacer lo mismo.

Les adelanto, yo no sabía que uno tenía que ser creativo en los pecados ¡Ay Padre! ¿se acuerda que yo soy el que vine hace ocho días y me arrepentí de robar? Ya mejoré, ya también mato. Si, no, es que la gente cree que la gente tiene que ser creativo en los pecados, cada vez que uno llega a confesarse tiene que llevar pecados nuevos. Malas noticias, casi siempre vas a llevar los mismos ¿por qué? porque vos sois el mismo. Claro. La envidiosita va a llevar su envidia y el chismosito va a llevar su chisme, claro que sí. Pero miren, vos no ven el cambio pero desde fuera Dios si lo ve. Vos adentro creéis que seguís igual y que estás estancado, te garantizo que no. Tu Papá no pasa en vano, tu Papá ni se ha muerto ni está enfermo, está trabajando a altas intensidades dentro de ti y vos estás creciendo. El perdón es la obra que Dios está haciendo en ti, tú no lo notas porque estás dentro de ti. Es como el niño que no siente que está creciendo pero cuando llega a la tía que está en Estados Unidos dice ¡ay como está de grande! Y él dice yo, ¿a qué hora? Porque claro como uno está montado ahí uno no lo nota. Mi mamá me mantiene seco, ¡ay Juanito, está muy flaco! Yo me siento igual. Claro que he tenido que cambiar de ropa, pero yo no me doy cuenta de eso porque estoy montado ahí. En el perdón sucede algo parecido, Dios está trabajando en vos, vos creéis que estáis igual de mal, pero no, Dios está trabajando en vos ¿sabéis una prueba de eso? ¿Dónde pudiste salir este fin de semana? Y estuviste aquí.

Bien, cinco afirmaciones sobre el perdón.

Primera. Solo el perdón es más fuerte que el pecado. Lo único que le gana al pecado es el perdón, nada más le puede ganar al pecado. El perdón por lo tanto es imposible para el hombre, el perdón es esencialmente un acto divino, un acto de Dios, algo propio de Dios, algo único de Dios. Cuando el hombre perdona realiza un gesto divino, tanto es así que hay un escrito antiguo de la Iglesia que dice que cuando uno perdona a su hermano es Dios para su hermano.

Es un acto divino, por eso nos cuesta tanto ¿ustedes creen que perdonar es como facilito? No, es complicadísimo porque es un acto de Dios. Errar es humano, perdonar es divino. Solo Dios perdona. Por eso el perdón es lo único más fuerte que el pecado, porque el pecado es humano, pero el perdón es propio de Dios, es divino. Uno disculpa, se excusa, dice lo siento, lo siento. El lo siento es muy imperfecto. Yo lo siento, el importante soy yo. Lo típico de lo siento es no dejar hablar al otro. Miren lo distinto que es el perdón. El perdón, uno no dice me perdono, uno dice ¿me perdonas? Primero que todo no es una afirmación, es una pregunta y por lo tanto hay que esperar la respuesta, eso significa que la vida de uno queda en las manos de la otra persona y eso significa que la otra persona me puede hacer caer en la cuenta del daño que yo hice con mis palabras y yo no tengo ninguna excusa ¿se acuerda que ayer hablábamos de las excusas? Yo te hice daño, yo te hice sufrir, no tengo excusas ¿me perdonas? Y de ahí en adelante es cuestión de la bondad de la otra persona.

Perdonar es divino, es un acto que Dios realiza. El perdón vuelve a la criatura una imagen viviente de Dios, un reflejo de su gloria. Es esto lo que vence el pecado. El pecado arruina la vida del hombre pero el perdón repara la vida humana y la convierte en vida divina.

Segunda afirmación. El perdón es el amor verdadero. Cuánto me gustaría a mí decirles a los jóvenes que el amor verdadero no es agarrar de la mano, agarrar de la mano no tiene chiste, cualquiera agarra de la mano, para eso solo se necesita agarrar de la mano. ¿Usted quiere tener amor verdadero? Perdone, mi hijo, que eso sí son las grandes vigas del amor, la prueba de eso es que el límite del amor es el perdón ¿qué quiere decir eso? Usted ama hasta donde fue capaz de perdonar, donde se le acabó el perdón se le acabó el amor, fui tu amiga hasta que ya no pude perdonar más, cuando no pude perdonar más, se acabó la amistad. Por eso normalmente, no siempre, que por desgracia hay excepciones, pero por eso el amor de una madre es un amor sin límites, porque el amor de una madre normalmente perdona siempre. El límite del amor es el perdón.

Si le preguntas a Dios si Dios lo perdona, Dios te dice que sí. Dios no es justo. Si la pregunta es si Dios lo perdona, la respuesta es, si él se arrepiente porque la clave es el arrepentimiento para Dios poder perdonar tiene que haber arrepentimiento, recuerden que si no hay arrepentimiento hay pecado contra el Espíritu Santo, uno le cierra la puerta a Dios y cuando uno le cierra la puerta a Dios, Dios no puede perdonar, entonces si él se arrepiente, Dios lo va a perdonar. Recuerden que el perdón es divino y que para nosotros poder perdonar tenemos que pedirle a Dios cualidades de Dios. Lo ideal sería que el amor que tengo por mi amiga, por mi amigo, por mi esposo, por mi esposa, fuera amor de Dios y se supone que si Dios está haciendo una labor en mí, cada vez más voy a tener amor de Dios.

Pero claro eso no quiere decir que un cura desde fuera te dio orden a ti de que, me haces el favor y perdona al pícaro ese, porque esa orden yo no te la puedo dar, esa es una decisión de tu amor y yo conozco personas que han perdonado cosas muy grandes y que hoy son muy felices y conozco otros que no han perdonado y aunque llevan como veinte años cada uno por su lado todavía tienen rabia adentro. El amor o es perdón o no es nada.

Estoy hablando del amor de Dios, tengan en cuenta, estoy hablando de lo que Dios hace con ustedes. Poco ama quien poco perdona. Dios es amor porque es esencialmente  amor que perdona. De hecho el perdón es el límite del amor, uno ama hasta donde es capaz de perdonar y amar es darse por vencido, es perder, no es ganar, es renunciar a la gota de orgullo que yo tengo derecho a tener, es renunciar incluso al reproche que yo tengo todo el derecho de reprocharte, es renunciar incluso a la dignidad con la que puedo levantar mi rostro. Dios renuncia a todo eso para acercarse a ti.

El perdón renuncia a todo, al orgullo, al resentimiento, incluso a la justicia, el perdón lo pierde todo con tal de ganar al ser amado, con tal de ganar al otro, el perdón es el gran acto de pérdida de Dios. Dios se conmueve viendo la postración del hombre y lo pierde todo para ganar al hombre que está perdido. Eso es el perdón. Ustedes me preguntarán hasta donde hay que perdonar. La respuesta está ahí, (el crucifijo) hasta ahí hay que perdonar, hasta ahí perdonó Dios. Es más, le matamos al Hijo y nos perdonó. Padre, perdónales porque no saben lo que hacen ¿Recuerdan que en el evangelio hay una imagen que a media tarde el mundo se cubre de nubes y sobreviene una gran oscuridad? ¿Ustedes saben lo que significa la nube en la biblia? la nube significa presencia de Dios. De hecho en la montaña donde Dios se transfigura una nube los cubre ¿qué quiere decir eso? Que en el momento de mayor agresión del ser humano hacia Dios que fue cuando le matamos su hijo, Dios cubrió el planeta de nubes para abrazarnos con su presencia, cuando más daño le estábamos haciendo. Eso es el perdón.

P. Juan Jaime Escobar

 

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Un Dios familiar

 

Un Dios familiar

 

Nuestras tristezas por todo ¿se han dado cuenta que vivimos tristones? Vivimos tristones porque nos dolió una uña, vivimos tristones porque nos enfermamos, vivimos tristones porque se nos murió alguien. ¿Saben qué les digo? Hombres de poca fe ¿no has podido entender el evangelio? El evangelio no es un evangelio de tristeza, es una noticia de alegría. La muerte no existe ¿cuándo se van a convencer de eso? Lo que existe es traspasar la puerta, el umbral de la esperanza, abandonamos este envoltorio que duele y que se enferma, abandonamos este envoltorio que se arruga y que se vuelve viejo y entramos en la gloria, solo existe la vida porque Dios es amor y un Dios que ama no puede dejar morir lo que ama. Te lo grita todo el evangelio ¿cuándo lo vas a entender? San Agustín a mi me encanta san Agustín. San Agustín dice muchas cosas hermosas pero dice una cosa preciosa sobre la realidad del ser humano. Dice que el ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios, pero cuidado, eso ya lo dice el libro del Génesis.

Pero Dios es amor. Para que sea amor tiene que ser vinculo de amor ¿ustedes se imaginan que Dios fuera como una glándula solitaria puesta por allá en el universo? ¿A quién amaría Dios? Pero ustedes se han dado cuenta que la imagen de Dios que Jesús nos dio es la de un Dios familiar. Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es amor de familia, el gran modelo de la familia cristiana ni siquiera es la familia de Nazaret o que la familia de Nazaret es imagen de la verdadera Familia que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios ¿a quién ama? A su Hijo. El Hijo ¿a quién ama? A su Padre. Y el amor que hay entre el Padre y el Hijo es tan intenso que es una Persona que es el Espíritu Santo, para transmitírnoslo a nosotros.

El Espíritu es la cosa más enredada del mundo que hay. Hay un texto en el evangelio que dice que descendió como una paloma, pero el Espíritu Santo no es una paloma, es el aliento de Dios, las fuerzas de Dios, la energía de Dios. Entonces cuando uno está desanimado, apalmerado, que no da más, depresivo, llega Dios y te mete berra quilina y esa berra quilina de Dios es el Espíritu Santo, es lo que a uno le da la fuerza para amar, la fuerza para perdonar, la fuerza para conocer a Dios, la fuerza para entenderlo, la fuerza vital para seguir viviendo aún en medio de los momentos más difíciles, la fuerza para servir, para entregarse, para amar a los demás, para darle de comer al hambriento y de beber al sediento, la fuerza incluso para entregar nuestra vida como mártires si fuera necesario por el nombre de Cristo, por eso la gran petición del cristiano tendría que ser, no me des riqueza, no me des pobreza pero dame todos los días tu Espíritu, porque tu Espíritu es el que me da la fuerza para vivir, es tu Espíritu el que me sostiene.

El amor del Padre y del Hijo es tan intenso que se vuelve una fuerza que Dios comparte con nosotros. Y Dios crea al hombre a imagen de la Trinidad. La Trinidad es Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Padre es el Ser por excelencia, el que es. El Hijo conoce, es el único que conoce a Dios, el que conoce al Padre, el Hijo es conocimiento, por eso el cuarto evangelio nos habla del Hijo como el Logos, la Palabra que conoce al Padre y el Espíritu Santo es la fuerza que ama, porque amar es una fuerza. Luego cuando nosotros decimos que Dios es Trinidad, decimos que Dios es, conoce y ama.

Y Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Por eso tú eres, tú conoces y tú amas. Tú eres como el Padre, conoces como el Hijo y amas como el Espíritu Santo. Cuando tú amas a tu amigo, a tu madre, a tu padre, a tu hijo, a tu hija, a tu hermana, a la mujer que tanto quieres, al hombre por el que suspira tu corazón, estás actuando como el Espíritu Santo. Cuando conoces la ciencia, el universo, los libros, la sabiduría, conoces el corazón de la persona que quieres, te comportas como el Hijo y cuando eres, que siempre somos, entonces somos como el Padre, a imagen y semejanza de la Trinidad. San Agustín siglo V.  Y la gente todavía no lo sabe. ¡Qué tristeza, toda la ignorancia que tenemos de la fe cristiana.

Esa es la transformación que está haciendo Dios dentro de nosotros. Nos saca de nuestro no ser porque continuamente estamos no siendo y nos pasa al ser que es el Padre. Nos saca de nuestra ignorancia y nos pasa al conocer que es el Hijo. Nos saca de nuestro egoísmo, de este estar envueltos alrededor de nuestro propio ego a la generosidad y la libertad del amor verdadero que es el Espíritu Santo. Transfórmame Señor con tu Espíritu, transfórmame para ser como el Padre, para conocer como el Hijo y para amar como el Espíritu Santo y ser en la tierra imagen viva de la Stma. Trinidad como lo fue tu Stma. Madre, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa del Espíritu Santo, Templo y Sagrario de la Stma. Trinidad. Lo que ella es, es la invitación a que todos seamos.

Juan Jaime Escobar

 

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El amor de Dios nos transforma

 

El amor de Dios nos transforma

 

El corpus paulino, la obra de san Pablo al perdón lo llama la justificación por la fe ¿qué significa la justificación por la fe? que el amor de Dios nos transforma de tal manera.  Tú no te transformas a ti mismo porque la fuerza del pecado es tan grande y ya lo has experimentado que uno queriendo cambiar y no cambia. Hay cositas que uno puede cambiar, uno por ejemplo puede no decir una mentira, pero decidme ¿se puede sacar del fondo del corazón ese resentimientico hacia ese alguien que te hizo daño? ¿No es cierto que es dificilísimo? Y que vos queréis que esa persona te caiga bien y la volvéis a ver chiquitica y como que aparentas y pones carita simpática ay ¿cómo estás Maruja? Pero por dentro decís ¿por qué no te morirías? Y como que la única esperanza que le queda a uno es decirle al Señor, cambia vos esto que yo no soy capaz, porque hay lugares donde yo no llego, yo llego a ciertas cositas, yo puedo llegar a decir, hombre no tomo mañana pero quitar todo mi alcoholismo es un regalo de Dios, el que es alcohólico anónimo sabe que los doce pasos, nada más comenzando los doce pasos hay que abandonarse en un poder superior, porque el único que te puede sacar de este hueco es un poder superior, es más, si no hay esa fe en ese poder superior, casi seguro que no superas tu alcoholismo, porque hay cosas que vos no podéis cambiar, solo las puede cambiar Dios. Se lo pongo con otro ejemplo. Sácate de acá los malos deseos. Listo, vos por fuera podéis ser bien limpio y bien queridito y no toco nada y no deseo nada y pongo una cara de continuamente ya no estoy sauforizado aquí, pero por dentro es lo mismo? Pero por dentro estás… ¿y eso con qué se quita? No se quita. ¿Cómo se produce pureza? ¿Cómo? El único que puede cambiar mi corazón y me puede dar pureza es Dios. Yo no soy capaz. Le tienen que volver a hacer a uno. Eso dice san Pablo, la justificación por la fe es que Dios entra en el corazón de uno y fabrica un nuevo ser humano y ese nuevo ser humano es esencialmente justo.

Uno tiende a verse a sí mismo esencialmente torcido. Una palabra que usamos mucho los seres humanos, a mi me duele mucho esa palabra sobre todo cuando la escucho de boca de niñas y de niños, de adolescentes, me duele mucho esa palabra y es que cuando han cometido sus errorcitos de juventud, el niño o la niña, el adolescentico dice, soy sucio. Pues muy bien, Dios te hace limpio, porque ese es el poder de transformación del perdón, te constituye una nueva criatura. A eso el cuarto evangelio que es divino, el cuarto evangelio se cree esto tanto que a toda esta experiencia del amor y del perdón lo llama la vida, porque esto sí es la vida, lo que ustedes llaman vida no es vida, lo que ustedes llaman vida se enferma, lo que ustedes llaman vida le da gripa, le da diarrea y se muere. Lo que ustedes llaman vida se arruga. La vida verdadera es la vida de Dios y esa vida de Dios es esa transfusión de vida que nosotros recibimos cuando el amor de Dios llega a nuestros corazones y al llegar a nuestros corazones nos da una nueva vida que vence incluso a la muerte o como dice una hermosa poesía que aparece en la oración de la Iglesia, en la Liturgia de las Horas. Vino a la vida para que lo que antes era vida fuera más muerte que la misma muerte y para lo que antes era muerte fuera más vida que la misma vida.

Porque la vida de Él ha destruido la muerte y la vida de Él ha cambiado de tal manera nuestra vida, que esta vida que antes creíamos que era vida ya nos sabe a muerte al lado de la vida que hemos recibido en Él que vence toda muerte y triunfa haciendo que la vida sea bien vida. Por eso es que hablamos nosotros de que el evangelio es una buena noticia, es la buena noticia de que el Reino de Dios está en medio de nosotros, es la buena noticia de que Dios nos justifica, es la buena noticia de que ha llegado a nosotros la vida, de que no tenemos que morirnos sino que lo que hay en nuestro futuro es la vida. Un cristiano no tiene riesgo de morirse, un cristiano tiene riesgo de resucitar. De hecho cuando a uno lo amenazan de muerte, si es cristiano lo amenazan de resurrección. Pero a mí no me pueden dar la muerte, yo tengo la vida. ¡Qué diferencia cuando se vive la muerte desde la fe! Hace mucho tiempo cuando era todavía un seminarista comencé un grupo juvenil con unos muchachos del Calasanz de Bogotá, unos niños maravillosos. Era el año de 1983. Han pasado un montón de años y hoy en día son profesionales, están casados, hay uno de ellos maravilloso que es médico internista, un lujo de médico, una belleza de hombre. Es un hombre de oración, lleva un matrimonio precioso. Su mamá hace varios años estaba enferma de cáncer. En muchísimas familias el cáncer es una tragedia. En la familia de este señor, del doctor Juan Carlos el cáncer de su mamá era una dificultad pero siempre se vivió desde la fe, con una gran confianza en que sucedería lo mejor para todos. Se esperaba que la mamá muriera antes porque tenía cáncer, el papá estaba sano. Sin embargo a final del año pasado un día el papá se levantó por la mañana y se desvaneció, él médico le hizo todo el proceso de reanimación pero el papá murió en sus brazos. Tres meses después murió la mamá, y él no tiene hermanos, quedó solito en el mundo con su esposa y sus hijos. Evidentemente estaba triste. El hizo leer una cartica a un amigo porque él no era capaz de leerla y en la carta lo único que decía era una entrega confiada de sus seres amados al amor de Dios con la certeza de que lo que sucedió a través del cáncer y de la muerte no era muerte sino vida.

Juan Jaime Escobar

 

 

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Dios no lleva cuentas del mal

 

 

Dios no lleva cuentas del mal

 

Dios no lleva cuentas del mal. Padre, usted está diciendo algo que se está inventando.

Capítulo 13 de la primera carta a los Corintios ¿no es cierto que Dios es amor? Eso lo dice la primera carta del apóstol san Juan. Dios es amor. Muy bien. Si Dios es amor entonces miren lo que dice acá. Ya puedo hablar la lengua de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor no paso de ser una campana ruidosa o unos platillos estridentes, ya puedo hablar inspirador y penetrar todo secreto y todo el saber, ya puedo tener toda la fe hasta mover montañas que si no tengo amor no soy nada, ya puedo dar limosnas todo lo que tengo, ya puedo incluso dejarme quemar vivo que si no tengo amor de nada me sirve. El amor es paciente, el amor es afable, el amor no tiene envidia, el amor no es creído ni orgulloso, el amor no es grosero ni busca su propio interés, no se irrita ni lleva cuentas del mal, no simpatiza con las injusticias, simpatiza con la verdad, el amor disculpa siempre, confía siempre, espera siempre, aguanta siempre.

Dios es amor, por lo tanto donde dice amor podemos poner la palabra Dios ¿cierto? Muy bien, entonces hagamos la transición. Dios es paciente. Dios es afable. Dios no tiene envidia. Dios no es creído ni orgulloso, no es grosero ni busca su propio interés, nunca se irrita, nunca se irrita.

Nosotros que vivimos convencidos de que Dios vive bravo con uno. Nunca se irrita, dejen de enseñar ya a los niños que Dios se ofende, Dios no es tan pendejo para ofenderse. Los que nos ofendemos somos nosotros que somos los que tenemos ego, Dios no tiene ego, Dios quiere el bien de la persona. Cuando una persona peca, la preocupación de Dios es que esa persona está destruyéndose a sí misma y haciéndole daño a los demás, pero Dios no es un ser humano, no es como nosotros, no se ofende Él, no se pone bravo, no se hace el decepcionado, no dice, ¡uy me fallaste, no me mires ahora!.

¿De verdad la imagen que da Jesucristo en el evangelio es la de un Dios que se ofende? ¿Ustedes creen que la imagen de Jesucristo atendiendo a la mujer que le lava los pies es la de un Dios que se ofende?

El Dios que se ofende lo representa el fariseo, el que está al lado. Si este fuera profeta sabría quien es la mujer que lo está tocando. Ese es el fariseo y ese es el Dios del fariseo y a nosotros nos gusta más el Dios del fariseo que el Dios de Cristo.

El amor nunca se irrita. Dios nunca se irrita y miren la que sigue, Dios no lleva cuentas del mal.

Acabas de enterarte de una cosa, que en el cielo no hay un recibo donde está anotado lo que le debes a Dios. Espero haberles quitado un peso de encima.

Se van a llevar una sorpresa el último día de su vida, cuando lleguen delante del Señor y le digan, Señor, no tengo cara como presentarme con todas las cosas que yo he hecho y El va a decir, pues si no me las cuentas no me entero porque yo de lo único que me acuerdo es del amor que siento por ti.

Díganme ¿ustedes creen que una mamá de verdad con sentimientos de mamá, cuando ve a su hijo lo que hace es, -antes de entrar, Federico Arturo le recuerdo, hace cinco años me hizo esto, hace seis años me hizo lo otro, hace diez años me hizo lo de más allá- . Si ustedes que son pecadores saben amar bonito, ¿ustedes qué creen que el Señor del universo sabe amar menos que ustedes?

No lleva cuentas del mal. Ustedes saben que la relación de Dios con nosotros es como si estuviéramos unidos a El por un hilito, ese hilito es su ternura, es su amor. Cuando nosotros pecamos rompemos el hilito y entonces Dios agarra lo que quedó del hilito con el de Él, hace un nudito y lo vuelve a unir, entonces el hilito queda cada vez más cortico, más cerquita de Él. Dios no lleva cuentas del mal, Dios no simpatiza con las injusticias, simpatiza con la verdad.

Y miren esta belleza. Dios disculpa siempre, confía siempre, espera siempre, aguanta siempre, el amor de Dios nunca pasará. Así que estas tres cosas tenemos, fe, esperanza y amor y de ella la más grande es el amor. Dios es amor, hemos creído en el amor, hemos conocido el amor que Dios nos tiene y su amor es infinito.

Ese es el gran anuncio del Nuevo Testamento ¿cómo no estar contentos? El Nuevo Testamento hace este anuncio, el anuncio del perdón con diferentes lenguajes. Los evangelios sinópticos, los sinópticos a este anuncio del perdón lo llaman Reino de Dios.

La obra de san Pablo, lo que llamamos el corpus paulino, la obra de san Pablo a este perdón lo llama la justificación por la fe y el cuarto evangelio, el evangelio de Juan a este perdón lo llama la vida. Por eso cuando ustedes se acercan a los evangelios sinópticos, los evangelios sinópticos son Mateo, Marcos y Lucas, cuando ustedes se acercan a los evangelios sinópticos y ven que los evangelios sinópticos dicen, alégrense, ya está en medio de ustedes el Reino de Dios ¿a qué se refiere Jesús cuando habla del Reino de Dios? Jesús no está hablando del cielo, Jesús no está diciendo alégrense que ya van a morir que ya van para el cielo, no no no, no está diciendo eso. Alégrense que ya está en medio de ustedes el amor de Dios su Padre y ese amor de Dios su Padre es amor de perdón, amor de misericordia que se entrega generoso para dar la vida y transformarlos.

Por eso si ustedes se fijan en todo lo que hace ese Jesús de los evangelios sinópticos, es que va llegando a la vida de las personas y los va cambiando y los va transformando de qué manera, los va transformando con su bondad, con su amor, con su misericordia, ese es el reino de Dios.

Ya se van de estos retiros sabiendo algo nuevo, que el Reino de Dios no es el cielo para cuando se muera sino que el Reino de Dios es la presencia del amor de Dios nuestro Padre en medio de nosotros entregándose generosamente por nosotros para transformar nuestras vidas en una vida nueva.

Bueno primero que todo le recuerdo lo que nos dijo Su Santidad Juan Pablo II, ni el cielo ni el infierno son lugares, son estado del alma. No se les olvide eso, el cielo no queda arriba, el infierno queda abajo, el infierno no es un lugar con llamas, el cielo no es un lugar con copos de nieve o con nubes, no son lugares, son estado del alma. El cielo es la perfecta felicidad del sentir la presencia de Dios y el infierno es la perfecta infelicidad de no poder contemplar el rostro de Dios. ¿Recuerdas una misa donde un Padrecito hablaba que el único pecado que Dios no puede perdonar?

¿Qué es el infierno? El infierno no es un castigo que Dios nos aplica, el infierno es un castigo que uno se aplica a sí mismo, es negarme la posibilidad de que Dios me perdone, cerrarle las puertas a Dios. -Usted es amor pero yo no me dejo amar por usted-. Ese es el infierno, entonces la persona se hunde en su maldad y no solo destruye esta vida que esta vida la destruye, la mayoría de la gente no necesita infierno después de muerto, ya lo tiene. Piensen ustedes en un pobre drogadicto, ya tiene infierno, yo me imagino que Dios va a necesitar la eternidad a ver si alegra la vida del pobre drogado, a ver si lo recupera, porque pudiendo haber sido un hombre maravilloso ha destruido su vida, ha hecho un infierno y es fabricadito por él.

Dios no fabrica infierno, el infierno es fabricado por el hombre y es justamente lo que te dice el capítulo 25.

¿Quieres fabricar cielo? Ama. Porque ¿se dieron cuenta de cómo es el juicio? Jesús no llega allá y dice, vengan acá los benditos de mi Padre porque se bautizaron a tiempo, porque fueron a misa cada ocho días, vengan porque prendían velas a la Virgen del Carmen, vengan porque rezaban la novena de no sé quien, vengan porque ustedes sí pensaban que eran mejor que los demás. No dice eso, "vengan ustedes benditos de mi Padre porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber" ¿Se dieron cuenta que el que da comida, el que da bebida, el que acoge al forastero, el que visita al enfermo, el que va a ver al encarcelado podría ser una persona que no tiene fe? pero hace esas cosas. Podría ser una persona que tiene otro Dios pero hace estas cosas ¿saben que significa eso?

No estoy diciendo nada raro, léanse la Encíclica Redentor Hominis, la más bella de Juan Pablo II, la gente casi no la conoce porque fue la primera que escribió. La salvación en Cristo es universal, es para todo hombre y toda mujer, así ese hombre o esa mujer o no conozca a Dios o no conozca al Dios cristiano, porque tal vez el hombre o la mujer no conoce a Dios pero Dios sí lo conoce a él y lo único que le pide es amor, amor.

Cuando tú amas construyes cielo y cuando tú no amas construyes tu infierno y le cierras la puerta a Dios y no te dejas amar, no dejarte amar. Dios no puede hacer nada contigo ¿dónde está ese ejemplo en el evangelio? Los fariseos. Jesús pudo predicar, transformar, pecadores, prostitutas, pero no pudo nada con los santos de la época, con los beatos de la época, con los miembros de la Legión de María de la época que eran los fariseos. Los fariseos eran las señoras de la parroquia de la época. Claro esas beatas santísimas de lengua bifurcada verde que van donde el párroco y le dicen, Ave María, su reverencia, yo no sé cómo se atreve la Juana Díaz a venir a Misa, no sé cómo se atreve, esa mujer es una casquivana

¿Usted quien es para juzgar a su hermana? Eso era lo que hacían los fariseos, juzgar a su hermano. Los fariseos le cerraron la puerta en las narices al amor de Dios, no se dejaron perdonar, hasta el último instante se están burlando del amor de Dios, porque Jesús le está diciendo, Yo soy perdón y ellos le están diciendo, yo no lo necesito, yo soy bueno.

Por eso el texto con el que empecé hoy. El que dice que no tiene pecado llama mentiroso a Dios y la palabra de Dios no está en él.

Hay que reconocerse pecador para dejarle a Dios trabajar. Señor soy pecador. Ay qué bueno, tengo que hacer, y entonces se pone a trabajar ahí mismo. En cambio uno empieza yo me salvé a mí mismo, yo soy super recto, yo soy la última coca cola del desierto, yo soy la señorita cometa y no necesito de nadie. Genial, quédate con vos mismo, tu infierno, lo único que vas a tener de compañía el resto de tu vida es tu propio ego ¿te queda más clarito?

 

Juan Jaime Escobar

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La gran revelación del Nuevo Testamento

 

 

La gran revelación del Nuevo Testamento

es el rostro de Dios

 

 

Esta tarde los voy a invitar a un viaje de contemplación, recuerden que las tardes son para contemplar. Ayer estuvimos contemplando el crucificado y esta tarde los voy a invitar a contemplar al Dios de Jesucristo. Jesucristo entregó toda su vida para que tú conocieras la foto más clara de Dios. A mí hasta me molesta cuando los cristianos decimos que a Dios no se le puede ver ¿cómo así que a Dios no se le puede ver? No Padre, es que Dios es invisible. Dios no es invisible. Dios tiene una imagen, además absolutamente fiel, el que ve esa imagen ve a Dios ¿cuál es la imagen fiel de Dios? ¡Jesucristo! El que me ve a Mí ve al Padre porque el Padre y yo somos la misma cosa ¿cómo me dicen muéstranos al Padre? Yo soy la imagen más fiel del Padre. Ustedes quieren ver la imagen de Dios Padre miren a Jesucristo.

Esta tarde les voy a invitar a una contemplación, esa contemplación…ya les dije en otra ocasión no? Pues esta tarde con más razón van a tener que cambiar el chic y van a tener que cambiar el chic porque el Dios de Jesucristo es una maravilla, es lo más hermoso que hay pero es el gran desconocido, es una lástima, la mayor parte de la humanidad no conoce al Dios de Jesucristo, la mayor parte de los seres humanos conocemos nuestros conceptos de Dios y nuestra manera de entender a Dios no nos deja ver al Dios verdadero que es el que nos mostró Jesús. La invitación que yo te voy a hacer es en la contemplación de esta tarde es, renuncia a las ideas que tú tienes de Dios y déjate encontrar con el Dios que el Señor Jesucristo te mostró que es una revolución de Dios, una maravilla, una novedad absoluta.

Pues muy bien, la gran revelación del Nuevo Testamento es el rostro de Dios. Este rostro de Dios se puede sintetizar en una experiencia. Esa experiencia es una gran palabra. Dios se nos revela, el rostro de Dios que nos revela Jesucristo se nos revela como amor. Dios es amor. Pero no es cualquier amor. Dios no es amor erótico, al menos no únicamente amor erótico. Recuerdan ustedes la hermosísima encíclica de Su Santidad Benedicto XVI. Hay tres palabras en griego para hablar de amor. Eros. Filia y Ágape. Eros es el amor pasional, es el amor deseo, es el amor donde siento la atracción por ti y quiero acercarme a ti y quiero poseerte, quiero que seas mía, quiero que seas mío, quiero encontrarme contigo en el lenguaje del placer y en el lenguaje de la emoción y el entusiasmo de cuando se vinculen y se unan nuestras almas y nuestros cuerpos. Pero ese todavía no es el fondo del amor de Dios. Dios no nos quiere a nosotros con amor de deseo sobre todo porque Dios no se fija en nosotros por si somos bonitos o hermosos o si tenemos algo que aportarle o si a Él le falta algo o si despertamos su pasión. No es que Dios no nos desee pero el centro del amor de Dios no es el deseo.

La filia es el amor de amistad, de camaradería, es el amor de confianza, de los amigos, de los que podemos hacer planes juntos, de los que nos entendemos, es el amor del que nos podemos relacionar entre nosotros para dialogar, para conversar, para ser fraternos, para tratarnos con afecto. El amor de Dios es mucho más que una amistad, el amor de Dios es mucho más intenso. Es amistad, nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Es amistad, yo no los llamo siervos, yo los llamo amigos porque les he contado todo lo que mi padre me ha revelado. Pero es todavía más que amistad. El amor de Dios es agapé y el amor agapé es el amor sufrido, el amor que se entrega y lo abandona todo y lo da todo y se sacrifica por completo para sacar al otro adelante para rescatarlo, para renovarlo, para transformarlo, es el amor entregado que ni siquiera obtiene algo a cambio. El amante quiere obtener algo a cambio, al menos el amor de su amada. El amigo es mucho más generoso sin embargo anhela que el amigo lo trate como amigo, pero el amor agapé está dispuesto incluso a amar al enemigo, hace salir el sol sobre buenos y malos y deja caer la lluvia sobre justos e injustos. Es el amor típico de Dios. Es el amor del capítulo 13 de la primera carta a los Corintios. El amor es servicial, el amor es afable, el amor nunca se irrita, el amor no es descortés, no tiene envidia, no busca su propio interés, el amor disculpa siempre, confía siempre, espera siempre, aguanta siempre, el amor nunca pasará.

La gran revelación del Nuevo Testamento es que Dios es amor. Este amor de Dios es amor entrega, amor generosidad, amor de dar vida, amor de transformación de la persona y todo este amor de entrega, de generosidad, de dar vida, de transformación de la persona lo podemos resumir en una sola gran palabra. El amor de Dios es perdón, misericordia. El gran anuncio del Nuevo Testamento es el perdón, es lo que te está gritando el Nuevo Testamento.

El Nuevo Testamento te está gritando no que Dios te juzga ¡es tan triste esa imagen de Dios que damos muchas veces!  Casi le decimos a la gente, Dios ¿quién es Dios? El que te juzga ¿quién es Dios? El que te está mirando a ver cuando te equivocas y cuando tienes un tropiezo. A cuántos de nosotros cuando éramos niños la imagen que nos pintaron de Dios era ese triangulito con un ojo que nos está mirando en todas partes a ver cuando la embarramos y entonces uno empieza a pensar que Dios es como un acusetas, un tipo que está buscándole a uno la caída para ir a contar, uy  yo lo vi, usted dijo una mentira, uy yo lo vi usted tuvo un mal deseo y uno anda convencido que Dios anda buscándole a uno la falta. Cuando éramos niños inocentes y hermosos nos entendíamos con Dios, se nos alborotó la adolescencia a los doce, trece, catorce años, y ya, se cortó la relación con Dios porque ya empezamos a hacer cositas malucas y Dios como decepcionado, eh, yo te vi, te llevo la lista ¿se imaginan la lista tan larga que tenemos donde Dios?

A mí de chiquito, con la mejor de las intenciones, unas pobres maestras cuando me estaban preparando para la primera comunión, me contaron el siguiente cuento tan horroroso. En el cielo hay dos libros, hay un libro blanco escrito con letras de oro donde se anotan todas tus buenas obras y hay un libro negro escrito con letras de sangre donde Dios anota todas tus faltas y pecados. Cuando llegue el último día de tu vida pesarán los dos libros en una balanza, si pesa más el libro blanco vas para el cielo, si pesa más el libro oscuro vas para el infierno y si hay empate para el purgatorio. Malas noticias, hay que cambiar el chic. En el cielo solo hay un libro, no hay dos, hay uno y el libro que hay es el libro de la misericordia de Dios y cuando tú lo abres desde la primera página hasta la última, ese amor de Dios que es amor infinito, lo único que ha escrito en el libro es, te amo y te amaré siempre, te amo y te amaré siempre.

Juan Jaime Escobar

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El amor está hecho de confianza y recuerdo

 

 

El amor está hecho de confianza y recuerdo

 

De la primera carta del apóstol san Juan. Hijos míos, si decimos que no tenemos pecados nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados fiel y justo es Él para perdonar, para purificarnos de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado le hacemos un mentiroso y su palabra no está en nosotros. Hijitos, les escribo esto para que no pequen, pero si alguno peca tenemos a uno que aboga ante el Padre, a Jesucristo el justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados y no solo por los nuestros sino también por los del mundo entero. Si decimos que no tenemos pecado nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si en cambio reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonar, para purificarnos de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, estamos diciendo que Él es un mentiroso, su palabra no está en nosotros.

Y oigan esta exhortación tan bonita del Apóstol. Hijitos (además con ese cariño) Hijitos, les escribo para que no pequen, pero si alguno peca, tenemos a uno que aboga ante el Padre, a Jesucristo el justo, Él es víctima de propiciación por nuestros pecados y por los del mundo entero.

Al comenzar esta charla llegamos delante del Señor con una profunda confianza y un hermoso recuerdo. Yo les había dicho ayer que la clave del pecado está marcada por la desconfianza y el olvido.

Cuando se desconfía del Señor se suelta su mano y cuando se olvida uno, se aleja de él, se me olvidó. En cambio, la clave del amor verdadero es lo contrario, es la confianza y el recuerdo.

Por eso continuamente la invitación del Señor a que confiemos en Él. Confía, confía siempre en el Señor, confía en su palabra, que el Señor no te falla ni siquiera cuando tú crees que te falla. Que el Señor no te abandona, ni siquiera cuando tú crees que te abandona.

¿Recuerdan aquella historia bonita que todos hemos escuchado alguna vez? Un poeta soñó que sus pisadas eran como las pisadas por la arena de la playa del hombre. Dos pisadas por las huellas de la arena de la playa y él pensó que así era la vida de él y entonces vio que en el cielo oscuro de la noche aparecían todas las imágenes de su vida, las más agradables, pero también las más duras y las más desagradables y se dio cuenta impresionado que en los momentos más dolorosos de su vida, en aquellos momentos de abandono y de angustia solo había un par de pisadas en la arena de la playa, solo había dos huellas. Con dolor se volvió hacia Dios y le dijo, Dios mío ¿por qué me abandonaste cuando más te necesitaba? Y el Señor le respondió: Hijito, en aquellos momentos yo tuve que llevarte cargado.

No desconfíes. El amor es confianza. Dios no abandona. Dios no falla. Dios siempre permanece fiel. Ese texto que leíamos esta mañana en la oración, si le somos infieles, Él permanece fiel porque no se puede negar a Sí mismo. Y lo segundo, el recuerdo.

Recuerda que su ternura y su amor son eternos. Recuerda. Fíjense que en la Biblia se habla de que el Señor recuerda su misericordia por mil generaciones ¡vaya memoria la que tiene el Señor! El Señor recuerda su misericordia por mil generaciones.

El amor está hecho de confianza y recuerdo. Al comenzar esta mañana les voy a proponer el icono del amor y el icono del amor evidentemente nuestro Señor Jesucristo.

Pero después de Nuestro Señor Jesucristo, el icono del amor es la Stma. Virgen María. El ángel Gabriel llega a la presencia de María para hacerle una propuesta y Ella acepta esa propuesta con las palabras de la confianza: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. María es confianza. Es un salto al vacío. No hace cálculos. Ni siquiera acaba de entender bien lo que está sucediendo.

¿Tú entenderías si te dicen que vas a tener un hijo y no sabes de quién, y cuando preguntas cómo será pues no conozco varón, te dicen, El Espíritu Santo te cubrirá con su sombra? ¿Entendiste? ¿Tú dirías que sí? Nosotros que necesitamos que nos garanticen todo para poder decir que sí, ¿harías un salto al vacío?

Es la mujer de la fe, es la mujer de la confianza, pero al mismo tiempo es la mujer de la memoria. Lucas nos la muestra continuamente en actitud de oración. Y María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón. María no olvida. María recuerda. Por eso al comenzar esta charla de esta mañana entre la confianza y la memoria, vamos a encomendarnos a la Stma. Virgen María.

Ella, la sin pecado para que orando por nosotros nos ayude a encontrarnos a Aquel que entregó a su Hijo como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.

Todo el Nuevo Testamento es el anuncio de una gran noticia. A veces no caemos en la cuenta de eso. A veces creemos que la Revelación, que la Palabra de Dios es el anuncio de cosas que no son alegres, por ejemplo es el anuncio de unas normas de parte de Dios, Dios estaba como desparchao y como Dios estaba como desparchao le dio por hacer un montón de normas para podernos aburrir a nosotros, porque nos pueden ver  a uno pasándolo bueno ¿por qué empiezan a dar órdenes?.

Es como cuando uno se reúne con los amigos, está uno pasando bueno y empiezan a fregar ¿hasta qué hora van a estar? Bajen el volumen a la radiola, eso era ayer porque hoy en día no le bajan el volumen a nadie,  pero bueno…

Y entonces nos planteamos a Dios como si Dios fuera ese. Yo entiendo como en ocasiones a los jóvenes no les atrae Dios, porque muchas veces la imagen de Dios que damos nosotros los adultos es que Dios es un señor medio amargado que da un montón de normas que pobre del que no las cumpla porque el que no las cumple se va a que lo pudran a fuego lento en el infierno.

Hombre si eso es Dios no vale la pena creer en Él. Pero eso no es el Nuevo Testamento, el Nuevo Testamento es el anuncio de la más grande de las alegrías. Es más, el Nuevo Testamento es la revelación del rostro de Dios. “Hemos conocido el amor”. Esa frase podríamos decir que es una de las frases centrales del Nuevo Testamento tal y como aparece en la primera carta del apóstol san Juan, que es la misma carta donde aparece la hermosa afirmación “Dios es amor”. Hemos conocido el amor que Dios nos tiene. Hemos creído en el amor porque lo hemos visto.

Esta revelación, lo que nos mostró Jesucristo no fue una normatividad, lo que nos mostró Jesucristo no fue un conjunto de legislaciones que Dios nos daba para que nosotros fuéramos como a Él le gusta. Lo que nosotros conocimos en Jesucristo fue el rostro de Dios y el rostro de Dios es el rostro del amor.

Juan Jaime Escobar

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